LAS BIBLIOTECAS EN EL ESTADO DE DEMOCRACIA II
Los centros bibliotecarios en la esfera del Estado de democracia se
observan como un bien público porque ellos son una aspiración social de acceso
libre para los gobernados conscientes de la necesidad de acceso a la información
documental, y un componente de las políticas públicas de los gobernantes que se
identifican con el bien común. Los gobernados o parte de ellos anhelan y exigen
tener bibliotecas porque éstas configuran una plataforma idónea para
complementar el proceso de enseñanza-aprendizaje que llevan a cabo escuelas y
universidades; conforman un elemento de la política gubernamental porque
permiten ofrecer bienes y servicios bibliotecarios que ayudan a regular la
convivencia social dentro de un marco de libertad, justicia, e igualdad. Acorde
con esto, el objeto institucional de la bibliotecología se contempla como parte
de los espacios públicos que el Estado requiere para la convivencia democrática
de los individuos. De modo que la distribución y el funcionamiento las entidades
bibliotecarias se determina que son buenos parámetros para apreciar el grado de
democracia que un Estado tiene. Cuando las bibliotecas se ven reducidas en su
obrar o cuando no existe una distribución y asignación justa de esos
recursos entre la población, es una señal que el Estado adolece de visión
política y voluntad democrática. Pueden considerarse entonces a las
instituciones que nos atañen como un ejemplo típico de bien de uso público, ya
que se trata de un servicio de utilidad pública y demanda social que beneficia,
directa o indirectamente, a toda la estructura político-social del Estado. Bajo
este razonamiento se estima que el Estado democrático debe promover, dentro de
la ley, la creación, el desarrollo y mejoramiento de las bibliotecas que ayuden
a mitigar entre la población la desigualdad de oportunidades de acceso a la
información.
La condición necesaria de todo Estado democrático es la protección de
las libertades públicas, tales como las siguientes: libertad de pensamiento,
libertad de expresión, libertad de información, libertad ideológica, libertad de
imprenta, entre otras complementarias o accesorias, vías por medio de las cuales
los ciudadanos pueden dirigirse a sus gobernantes para exigir más y mejor
igualdad y justicia. En este cuadrante teórico cobra particular importancia la
relación «bibliotecas y libertades», pues el valor democrático de la libertad es
el atributo que define al ciudadano. De tal modo que «democracia y ciudadanía»,
en el marco del Estado moderno, se une al nexo «bibliotecas e información»
porque no es posible hablar de una democracia real sin ciudadanos informados que
no aspiren a tener a su alcance instituciones que les garanticen plenamente esas libertades; y porque la
cualidad de ciudadano implica el uso pleno de la razón, base de la libertad en
general y de la libertad de acceso a la información en particular que los
centros bibliotecarios se les convoca, a través de manifiestos, declaraciones y
leyes, a practicar abiertamente. Por todo esto, las instituciones bibliotecarias
en el contexto del Estado democrático no pueden ni deben lograrse al margen de
El análisis entre «bibliotecas y democracia» identifica a este tipo de
instituciones culturales como fuentes de valores, deberes y virtudes sociales en
los que se debe y puede educar cívicamente a los individuos. En este escenario,
se percibe la relevante tarea de las bibliotecas de coadyuvar a capacitar
cívicamente a la ciudadanía para que ella se base racionalmente en la promoción
alerta de sus derechos y obligaciones que el marco jurídico del Estado
dispensa. El propósito es la
formación de personas que puedan mantener con perspectiva democrática su
comunidad política y conducir así con efectividad sus vidas dentro de ella.
Desde este punto de vista, es compromiso social de los centros bibliotecarios
públicos auxiliar para que cada vez más los ciudadanos se involucren en la
esfera pública con conocimientos y destrezas que les permitan desarrollar su
sentido de responsabilidad hacia la comunidad que pertenecen. Por este motivo,
las bibliotecas de los diferentes sectores de la sociedad están llamadas, en la
teoría y en los documentos declarativos de diverso alcance, a colaborar en la
enseñanza de la educación cívica, no en un sentido curricular, sino como parte
de una estrategia más integral orientada a la construcción de una cultura de la
democracia, en la que la ciudadanía con actuar democrático sea el resultante
básico. La creación y el desarrollo de bibliotecas en los Estados contemporáneos
son una aspiración política de algunos gobernantes, porque a través del
funcionamiento de ellas se hace patente el espacio público que apunta hacia la
satisfacción de las necesidades que presenta la ciudadanía en materia de
información.
Se aprecia, en suma, que es poco realista pensar que una ciudadanía
democrática logre sostenerse sin una cultura democrática y ésta sin una cultura
de Si la ciudadanía es la condición
que permite a las personas franquear el umbral que existe entre la esfera
privada y la pública, entonces la calidad ciudadana comienza a configurarse
cuando los hombres y las mujeres advierten la necesidad de contar con
información de lo que ocurre más allá de sus hogares. Con base en esta idea, es
importante notar que algunos tipos de bibliotecas desarrollen colecciones de
periódicos (sin olvidar los de la prensa alternativa) de circulación nacional y
local, pues estos acervos son los que principalmente dotan de recursos a los
ciudadanos para que ellos logren discernir, edificar crítica y razonar sobre su
comunidad política. Por esto, a la consolidación del acceso a las instituciones
educativas se observa que debemos procurar incluir, teórica y prácticamente en
los cuadrantes de la democracia, el acceso a las instituciones bibliotecarias,
ya que es poco convincente afirmar que las escuelas por sí solas construyan una
ciudadanía democrática, pues las personas pueden aprender también a ser
ciudadanos responsables en muchos otros espacios, entre ellos, los centros
bibliotecarios. Así,
sabemos ahora que el servicio público de biblioteca es un factor indispensable
para la democracia; que es un mecanismo valioso para originar y proveer
elementos de cultura política y cultura democrática; que es consustancial a
estos fenómenos culturales porque es un medio que sirve para documentar
racionalmente la pluralidad política; que, por tanto, es limitado si sólo
promueve sus bienes y recursos cuando alude únicamente a las relaciones formales
que la bibliotecología pura percibe en abstracto entre los libros y los
usuarios. La idea de ciudadanos en democracia implica contar con instituciones
bibliotecarias para la democracia. En">la
democracia. En todo caso, la teoría que apunta a discernir el
nexo «bibliotecas y democracia» se proyecta como una búsqueda de sentidos, de
conocimiento y acción que es intrínseco a lo que entraña educación cívica. Una
actitud ciudadana en donde el trabajo bibliotecario técnico se impregne de modos
de pensar y sentir la vida con espíritu democrático. De tal manera, las
bibliotecas se aprecian como escenarios sociales dinámicos, mediante los cuales
los individuos pueden adquirir valores, formas de conducta, conocimientos,
símbolos y directrices de socialización propia de la cultura política. El acceso
a la información política y para fines políticos está asociado en parte al grado
(cuantitativo y cualitativo) de información organizada que las bibliotecas
ofrecen a sus usuarios. Se plasma entonces el afán de encontrar formas
discursivas que alienten al bibliotecólogo a convertir los centros
bibliotecarios en instituciones capaces de intervenir, a través de sus
colleciones y servicios, en las esferas de la
democracia.