BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA PÚBLICO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA - XXXIV

Principalmente en torno a la necesidad de crear una Biblioteca Nacional, con el imperativo de mantenerla abierta al público, el ideario liberal referente a la biblioteca pública comenzó a forjarse a mediados del siglo XIX. Se consideró desde entonces, como un relevante requerimiento social y político, disponer de un servicio público bibliotecario de carácter nacional para el pueblo de México. Reconociéndose así que era obligación del Estado brindar a la ciudadanía las oportunidades que solamente las instituciones de lectura pública permiten hacer efectiva la libre, igualitaria y justa adquisición de conocimientos. En ese contexto la Biblioteca Palafoxiana, como biblioteca eclesiástica aún, el sistema político liberal se encargó de transformarla. Había llegado el momento que el fragor de la revolución liberal actuara contra la organización que había dominado y reprimido durante tres siglos el mundo del libro, la lectura y las bibliotecas: la Iglesia. 

 

En una nota publicada, en 1851, en el periódico El Siglo Diez y Nueve se muestra la importancia de las bibliotecas al servicio del público, pero como servicio público gestionado por el Estado liberal, estructura política de una nueva forma económico-social. En esa nota, reimpresa en el libro La Biblioteca Nacional de México: testimonios y documentos para su historia, se afirma:

 

En nuestra época las bibliotecas han dejado de ser un objeto de lujo, en que sólo se procuran reunir obras raras y antiquísimas. Ellas son ya exigencia social; sobre todo en los países regidos por instituciones liberales, en que es menester difundir la instrucción para que el pueblo comprenda y aprecie su libertad. El Estado debe atender a la instrucción del ciudadano y después el Estado también debe cuidar que las clases todas de la sociedad puedan enriquecerse de conocimientos y adelantos en sus respectivas profesiones. Tal objeto se consigue con las bibliotecas. (La Biblioteca Nacional de México, 2004, p. 23).

 

Ante ese ideario que contemplaba a las bibliotecas como elementos para apoyar la instrucción pública de los ciudadanos, el Estado liberal actuó como un recio sistema político para ejercer su poder en torno a esas instituciones de estudio y lectura, y que hasta entonces habían estado, con particular empeño, al servicio del clero. En esta contextura, un importante episodio de la Biblioteca Palafoxiana durante la segunda mitad del siglo XIX es el referente a las Leyes de Reforma, expedidas entre 1855 y 1863. En concreto, fue la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos (promulgada en julio de 1859) -complemento de la Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas Propiedad de Corporaciones Civiles y Eclesiásticas o Ley Lerdo (dada a conocer en junio de 1856) - la que produjo mayor alteración en torno a ese centro bibliotecario poblano. Aunque la transformación de aquella biblioteca religiosa en ese tiempo sería más nominal que funcional. Así, esa legislación, elaborada durante los gobiernos de Comonfort-Juárez, obligó a las instituciones clericales pasar sus bienes a manos del Estado, originándose la inminente separación Iglesia-Estado.

 

Son los artículos 1 y 12 de la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos los que formalizarían la expropiación de los bienes en general y de los bienes documentales en particular del clero, mismos que a la letra dicen:

 

Art. 1º. – Entran al dominio de la nación todos los bienes que el clero secular y regular ha estado administrando con diversos títulos, sea cual fuere la clase de predios, derechos y acciones en que consistan, el nombre y aplicación que hayan tenido.

 

Art. 12.- Los libros, impresos, manuscritos, pinturas, antigüedades y demás objetos pertenecientes a las comunidades religiosas suprimidas, se aplicarán a los museos, liceos, bibliotecas, y otros establecimientos públicos (México, 1859, Ley de Nacionalización…)

 

La nacionalización de los bienes del clero pretendió, con la separación de la Iglesia del Estado, consolidar la Independencia de México. Mediante esta política de Estado, los liberales reformistas se esforzaron por comenzar a construir un Estado con bibliotecas públicas, destacándose entre ellas la Biblioteca Nacional de México “como institución de servicio público” (Lafuente, 1992, p. 76), y cuyos fondos de origen serían los incautados a los diversos grupos religiosos que constituían entonces la estructura eclesiástica. De tal suerte que la secularización política (separación entre política y religión) abarcó también la secularización de los recintos bibliotecarios, como sucedió con la Biblioteca Palafoxiana.

 

Se observa así que el quehacer bibliotecario, caracterizado por lo religioso a lo largo y ancho del territorio durante tiempos de la colonia, pasó al escenario de lo político-republicano a mediados del siglo XIX. Es decir, la transición derivada de la política liberal reformista fue de la biblioteca conventual a la biblioteca pública. La fuerza del régimen republicano de gobierno se sintió en torno a la Biblioteca Palafoxiana cuando “años después, en virtud de las leyes de Reforma expedidas por Juárez en Veracruz en 1858, el Seminario con todas sus dependencias siguió la misma suerte que todos los de la República, pasando a poder del Estado” (Iguíniz, 1913, p. 296; 1943, p. 257). De tal manera que esa biblioteca eclesiástica al servicio del orden colonial se convirtió en una biblioteca perteneciente a la nación en concordancia con un determinado proyecto político liberal. Es decir, “pasó de ser una extensión del vasallaje, a una biblioteca del sistema liberal” (Cortés, 2012, p. 211); de un espacio de educación clerical a una institución cuyo designio era utilizar sus recursos para fines culturales que permitiesen contribuir a la restauración, el desarrollo y la consolidación de la República. En esta contextura, el nuevo estatus de la Biblioteca Palafoxiana se debe al ideario político de la causa reformista; al movimiento revolucionario adherido a la política cultural para crear las primeras bibliotecas públicas de México. 

 

Referencias

 

La Biblioteca Nacional de México: testimonios y documentos para su historia. (2004). Compilación y edición María del Carmen Ruiz Castañeda, Luis Mario Schneider, Miguel Ángel Castro; México: Biblioteca Nacional, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, UNAM.

 

Cortés, Amado Manuel. (2012). Del manuscrito a la imprenta, el nacimiento de la librería moderna en la Nueva España. La Biblioteca Palafoxiana. México: Ediciones y Gráficos Eón; Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

Iguíniz, Juan B. (1913). La Biblioteca Palafoxiana de Puebla. Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. No. 5, pp. 289-300.

 

Iguíniz, Juan B. (1943). La Biblioteca Palafoxiana de Puebla. En Disquisiciones bibliográficas: autores, libros, bibliotecas, artes gráficas. México: El Colegio de México. pp. 252-261

 

Lafuente López, Ramiro. (1992). Un mundo poco visible: imprenta y bibliotecas en México durante el siglo XIX. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

 

México. (1859). Ley de Nacionalización de los bienes del clero. Disponible en:

http://web.segobver.gob.mx/juridico/var/1.pdf


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.