BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA PÚBLICO DE LA BIBLIOTECA PÚBLICA - XLIII

Como se ha dado a entender, en concordancia con la historia decimonónica que ha sido escrita en torno a la Biblioteca Palafoxiana (Iguíniz, 1913; Torre, 1960; Osorio, 1988; Cortés, 2012), la participación de Ignacio Ramírez en este entorno bibliotecario no se reconoce, no existe en la literatura especializada. Lo mismo ha sucedido con la historiografía de la Biblioteca Nacional de México durante el siglo XIX (González, 1910; Iguíniz, 1943; Carrasco, 1948; Vázquez, Herrero y Flamenco, 1987, 2007; Perales, 1990; Osorio, Llanes, Berenzon, 1995), pues la actuación político-liberal de El Nigromante se omite, por ende, se olvida o se desconoce.

 

El análisis de algunas ideas de nuestro personaje, en el entramado de su obra escrita, nos puede ayudar a entender mejor la nacionalización de los bienes bibliográficos del clero. El ideario socio-político de Ignacio Ramírez en cuanto a bibliotecas se refiere lo podemos apreciar con dos pensamientos que explícitamente escribió. El primero data de 1867 - año en que Benito Juárez decretó el establecimiento de la Biblioteca Nacional en la antigua iglesia de San Agustín - y el que a la letra dice: «Multiplicar las bibliotecas para que el estudio no tropiece con la falta de libros». (Ramírez, 1889b; p. 170). Esta valoración entraña las relaciones biblioteca-libro y biblioteca-estudio; implica el reconocimiento de la función instrucción-educación que proyecta el servicio bibliotecario abierto, el cual se vincula a su experiencia que tuvo como asiduo lector de varios centros bibliotecarios en sus tiempos de estudiante.

 

Idea que aboga por más bibliotecas al servicio de los jóvenes para forjarlos como “hombres de entendimiento y de voluntad”. Así que, a su juicio: “La juventud no sólo debe ser instruida, sino también educada” (Ramírez, 1889b, p. 171).  Respaldó de esta manera, con su pensamiento y obra, la postura social inherente a la multiplicación de bibliotecas abiertas al público con el fin de satisfacer “las necesidades de la sociedad moderna”. Una sociedad con bibliotecas, por ende, con libros y periódicos “para el pueblo” es la que, desde su punto de vista, debía comenzar a figurar en el escenario de la civilización y el progreso, pues: “¡Mientras esta necesidad no se cubra siquiera a medias, no seremos gente de razón los Mexicanos!” (Ramírez, 1889a, p 192). Idea que como posible política pública cultural no afloró ni influyó en el funcionamiento de la Biblioteca Palafoxiana a partir de ser declarada biblioteca pública del Estado. 

 

El segundo razonamiento, con fecha de 1874, Ramírez afirmó en su escrito crítico relativo al edificio de la iglesia de San Agustín, en el que se albergó la Biblioteca Nacional: «Entre los monumentos del porvenir bien merece señalarse, como los primeros, cualquier biblioteca» (Ramírez, 1889, p. 465). De esta manera, hizo explícita su convicción sobre la importancia que toda institución bibliotecaria, de carácter público, debía o podía tener en el desarrollo futuro de la sociedad. El servicio de biblioteca así, en el espíritu de nuestro personaje, adquiere singular preponderancia en una época en que apenas comenzaban a configurarse las primeras bibliotecas públicas del Estado mexicano. El pensamiento de aquel ideólogo liberal destella así en el marco del saber de los libros y la lectura a través del servicio de biblioteca.    

 

Asimismo, desde la perspectiva de El Nigromante, en el escenario de la nueva República el edificio de la principal biblioteca de la nación tenía que lucir, lo más que se pudiese, como obra pública y no como obra clerical. En este sentido, cuestionó “¿por qué la Nacional de México, afea su fachada con el recuerdo del espíritu y del arte frailescos?” (Ramírez, 1889, p. 465). Así que entre 1868 y 1882 se realizaron las obras que habrían de borrar algunos rasgos religiosos del edificio. Ignacio Ramírez advirtió así que la Biblioteca Nacional pertenecía, incluido el edificio, a un Estado laico, no a un Estado confesional. La separación entre la Iglesia y el Estado debía ser clara en todos los aspectos, incluido el entorno de la edificación destinado a brindar el servicio público de biblioteca. No obstante el trabajo de albañiles, carpinteros, pintores y otros artesanos, dirigido por el arquitecto contratista, el inmueble continúo evidenciando el factor teológico, tal como el escritor y periodista Enrique de Olavarría puntualizó en 1894 en la connotada revista literaria El Renacimiento en relación con el aspecto de las fachadas de la antigua iglesia de San Agustín:

 

El arquitecto que las revistió de hermosa cantería no hizo más que seguir las líneas, trazos y ornamentación de la portada de la antigua iglesia, y nada, absolutamente nada, a no ser el letrero en bronce dorado que dice Biblioteca Nacional, da a suponer a lo que pueda estar destinado el edificio, que no ha perdido su aspecto de tempo católico, que aun conserva sobre la puerta de entrada un cuadro en relieve con la figura de San Agustín pisando cabezas de herejes (Olavarría, 2004, p. 169). 

 

El elemento clerical contrastó entonces no solamente con respecto a las colecciones, entre las que abundaba el componente teológico, sino también en relación con las ornamentaciones, los decorados y la arquitectura del edificio. Situación que predominó en todos los casos en los que se ocuparon inmuebles religiosos para instalar aquellas bibliotecas que el gobierno republicano declaró como bienes de la nación y abiertas al público.

 

La Biblioteca Palafoxiana, constituida en centro bibliotecario público estatal bajo la égida gubernamental reformista, es un claro paradigma que ilustra esa circunstancia discordante que se produjo entre lo religioso y lo laico en materia de instalaciones que el gobierno liberal aspiró a convertir en bibliotecas públicas. Una de las descripciones de ese gran espacio emblemático de la cultura bibliográfica novohispana se debe, recordemos, al político liberal mexicano Melchor Ocampo. Escrita en 1836, el autor de la reseña aporta datos que nos permite afirmar que fue, en efecto, una biblioteca designada a la lectura docta, colegial y religiosa. Por lo tanto el toque ornamental de carácter religioso en su interior incluía “en el centro una imagen de Nuestra Señora de Trapobana, arriba Santo Tomás y remata con una figura del Espíritu Santo” (Ocampo, 1901, p. 265). Detalles que coinciden con el escrito del bibliógrafo y bibliotecario mexicano Juan B. Iguíniz acerca de la Biblioteca Palafoxiana de Puebla, aunque este autor refiere que en “el fondo descúbrese un altar de tecali y estuco de estilo compuesto, dedicado a Ntra. Sra. de la Trapana” (Iguíniz, 1913, p. 299). Reliquias icónicas que evidenciaban la devoción religiosa novohispana en el contexto, no tan distante entonces, de la sociedad colonial. De tal modo que ese sistema de imágenes compaginaba con el caudal bibliográfico inherente al proyecto palafoxiano, herencia del periodo virreinal, pero no armonizaba con el Estado laico con bibliotecas públicas. Política cultural por la que pugnó Ignacio Ramírez. 

 

Referencias

 

Carrasco Puente, Rafael. (1948). Historia de la Bibliotecas Nacional de México. México: Secretaría de Relaciones Exteriores, Departamento de Información para el Extranjero.

 

Cortés, Amado Manuel. (2012). Del manuscrito a la imprenta, el nacimiento de la librería moderna en la Nueva España. La Biblioteca Palafoxiana. México: Ediciones y Gráficos Eón; Puebla: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

 

González Obregón, Luis. (1910). La Biblioteca Nacional de México, 1833-1910. Reseña histórica. México: [s.n.].

 

Iguíniz, Juan B. (1913). La Biblioteca Palafoxiana de Puebla. Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología. No. 5, pp. 289-300

 

Iguíniz, Juan B. (1943). La Biblioteca Nacional de México. En Disquisiciones bibliográficas: autores, libros, bibliotecas, artes gráficas. México: El Colegio de México. pp. 269-292

 

Ocampo, Melchor. (1901). Biblioteca Palafoxiana. En Obras completas. Tomo III. Letras y ciencias. México: F. Vázquez Editor. pp. 264-270

 

Olavarría y Ferrari, Enrique de. (2004). La Biblioteca Nacional de México. En María del Carmen Ruis Castañeda; Luis Mario Schneider, Miguel Ángel Castro, compiladores. La Biblioteca Nacional de México: testimonios y documentos para su historia. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Biblioteca Nacional, Hemeroteca Nacional. pp. 167-173

 

Osorio Romero, Ignacio. (1988). Historia de las bibliotecas en Puebla. México: SEP, Dirección General de Bibliotecas.

 

Osorio Romero, Ignacio; Berenson Gorn, Boris. (1995). Biblioteca Nacional de México. En José G. Moreno de Alba y Elsa Ramírez Leyva, coords. Historia de las bibliotecas Nacionales de Iberoamérica: pasado y presente. México: Universidad Nacional Autónoma de México. pp. 325-363

 

Perales Ojeda, Alicia. (1990). La Biblioteca Nacional de México, una institución de la reforma. Omnia: Revista de la Coordinación General de Estudios de Posgrado. Año 6, No. 20, pp. 89-95

 

Ramírez, Ignacio. (1889). El San Agustín de la Biblioteca Nacional. En Obras de Ignacio Ramírez. México: Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento. Tomo I, pp. 465-470

 

Ramírez, Ignacio. (1889a). Instrucción Pública. Obras de Ignacio Ramírez. México: Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento. Tomo II,  pp. 179-195

 

Ramírez, Ignacio. (1889b). Plan de estudios. Obras de Ignacio Ramírez. México: Oficina Tip. de la Secretaría de Fomento. Tomo II, pp. 167-171

 

Torre Villar, Ernesto de la. (1960). Nuevas aportaciones acerca de la Biblioteca Palafoxiana. Boletín de la Biblioteca Nacional. 2ª época, 11 (1): 35-66

 

Vázquez Mantecón, Carmen; Herrero Bervera, Carlos; Flamenco Ramírez, Alfonso. (1987). Las bibliotecas mexicanas del siglo XIX. México: SEP, Dirección General de Bibliotecas.

 

Vázquez Mantecón, Carmen; Herrero Bervera, Carlos; Flamenco Ramírez, Alfonso. (2007). La Biblioteca Nacional de México 1810-1910: las bibliotecas mexicanas del siglo XIX. México: Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa.


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.