BIBLIOTECAS, SOCIEDAD Y ESTADO


  • Relação entre as bibliotecas, as ações dos profissionais que nelas atuam e o estado.

EL PARADIGMA SOCIAL DE LA BIBLIOTCA PÚBLICA - II

El criterio de uso público, de manera individual o colectiva, es lo que ha determinado a través del tiempo el carácter de orden social de las bibliotecas públicas. A consecuencia de las necesidades sociales de información, educación y recreación que presentan los diversos individuos y grupos, es el uso de las colecciones y de los servicios lo que produce el vínculo social entre las bibliotecas y la sociedad. Con base en esto, “la interacción social es la esencia del servicio de biblioteca” (Rajam, 1997, p. 202), es decir, son las diversas relaciones sociales (persona-persona, persona-grupo, persona-institución, grupo-grupo y grupo-institución) que se suscitan entre lectores, usuarios y bibliotecarios lo que dinamiza a la biblioteca pública como valiosa institución social de bienes y servicios públicos. De tal modo que como institución de servicios esta “[...] biblioteca sirve a todas las instituciones de la sociedad y así  puede ser reconocida como una fuerza esencial de integración” (Reith, 1984, p. 6) social para coadyuvar a lograr mejores niveles de vida, especialmente de personas y grupos en condiciones de vulnerabilidad.

 

Sin duda, este tipo de biblioteca resulta intrínsecamente valioso para los individuos y para los grupos sociales. Las bibliotecas públicas se convierten así en el centro intelectual de la comunidad, permitiendo ampliar y profundizar en el contenido de sus colecciones bibliográficas; enriqueciendo tanto la vida colectiva como la personalidad individual a través de los servicios bibliotecarios dirigidos a la generalidad (individuos y grupos) de la población. Propiciando de este modo el intercambio de las experiencias que transmiten unos (autores) a otros (lectores y usuarios). Dicho de otra manera: “Las bibliotecas, como laboratorios, son talleres que operan bajo la dirección de un personal capacitado. En ellas, el individuo puede aprender a resolver el problema de su particular situación social recurriendo a la experiencia acumulada de otros” (Ballard, 1936, p. 231-232).

 

En este plano reflexivo, es una institución social de mayor bien, de máxima utilidad y de sumo bienestar puesto que sirve, si no a todos como sugiere la teoría con visiones idealistas, sí al mayor número posible de personas. Este es el ethos esencial de la biblioteca que nos ocupa. Así que la utilidad social de la biblioteca pública es un principio ético teleológico que apunta a determinar la concepción de lo social con base en la finalidad que persigue esta entidad de servicio público en las diversas esferas de la sociedad. En otras palabras: “La importancia de las bibliotecas públicas se puede medir por el efecto para el bien que tienen en la sociedad” (Murison, 1988, p. 2). En sentido sociológico, es una institución que forma parte de la vida social de hombres y mujeres, de la sociedad; en sentido bibliotecológico, es una institución que forma parte de la cultura bibliográfica y bibliotecaria al servicio de la comunidad. Ambas apreciaciones coinciden en que estas bibliotecas tiene un peculiar valor social.  

 

El cumplimento de su responsabilidad-compromiso social, por ende, debe estar orientado en virtud de su reconocida misión ante la sociedad. Su responsabilidad social es, en consecuencia, ante los diversos individuos y grupos que debe atender y en concordancia con las necesidades sociales de información que unos y otros presentan en torno a diversos problemas y eventualidades. Es socialmente responsable así ante las presentes y futuras generaciones. El compromiso social es por parte del recurso humano que la hace funcionar de manera debida. De modo que esta institución bibliotecaria es valorada y apreciada por el público al que asiste, por ende, es una «institución aprobada» por la sociedad en tanto es una «institución operativa» (Ballard, 1936, p. 12) que obra para la misma.

 

Con base en estos razonamientos concordamos con la idea: “Si la biblioteca pública no responde a las necesidades sociales, no puede tener éxito en responder a las necesidades de los individuos”. (McCabe, 2001, p. 121), pues el bienestar de los grupos no se puede separar de la prosperidad de los individuos y viceversa. En todo caso, la satisfacción social que puede lograr esta institución entre los grupos que constituyen su comunidad a la que sirve está en estrecha relación con la satisfacción de cada una de las personas que los conforman.

 

Desde este ángulo, sus acervos, recursos y servicios, según podemos distinguir entre el texto y el contexto, son socialmente útiles. La importancia de la biblioteca pública radica, por lo tanto, no en la cantidad acumulada de sus colecciones sino en la calidad de éstas y de sus servicios disponibles para ser utilizados por mujeres y hombres, niñas y niños, esto es, el peso específico de esta biblioteca reside en el interés de apoyar el pleno desarrollo de la sociedad, es decir: “El papel de las bibliotecas en la sociedad se manifiesta justamente en el proceso de prestación de servicio al lector y en la utilización de los fondos por parte del pueblo”. (Chubarian, 1976, p. 63). En congruencia con este punto de vista:

 

Debe reiterarse que la biblioteca como institución social tiene que ver con la gente, sobre todo con la gente, y luego con sus operaciones; para el pueblo es el objetivo al que se dirige el servicio y para el que existe. Por lo tanto, cualquiera que sea la biblioteca o haga o deje de hacer tiene que confrontarse con las necesidades de la comunidad. (Murison, 1988, p. 225).

 

Se asevera que las bibliotecas públicas estadounidenses fueron las primeras en ser definidas como instituciones sociales, resultado del movimiento democrático que caracterizó al siglo XIX (Hansson, 2010, p. 5). A partir de entonces,  la idea inherente a la biblioteca como una institución social se ha hecho tan potente que es, sin duda, uno de los principios sustanciales que orienta el trabajo bibliotecario de hoy en día. Motivo por lo que esta noción se ha convertido, desde una visión de razón teórica, en uno de los supuestos universales de la bibliotecología y, desde una arista de sentido práctico, en un tópico general de la praxis bibliotecaria. De tal modo que la premisa referente a la biblioteca pública como una institución social presenta un valioso perfil sociológico, el cual se puede sintetizar como sigue: 1] ideológicamente adoptó la estructura de una organización social que nació con la biblioteca moderna no sólo como un recurso, sino incluso como una solución normativa a la selección, recolección, organización y ejecución para el amplio uso social de la información; 2] aseguró la supervivencia de una sociedad por haberse convertido en la principal agencia para que la información sea fácilmente accesible a los miembros de la sociedad, y 3] es el legado cultural más significativo para la sociedad (Miksa, 1996). Acorde con este contorno, se infiere: “El reconocimiento de la biblioteca pública como una institución social de usos múltiples es ahora mundial, como mucho se aprecia en la interpretación flexible de sus objetivos en todo el mundo”. (Murison, 1988, p. 85).

 

En efecto, desde una perspectiva general, la biblioteca como institución social es un tópico de estudio sociológico que versa acerca del servicio de biblioteca (Rajam, 1997, p. 202); desde una vertiente específica, es uno de los principios básicos en el plano bibliotecario, y la base de lo que se ha convertido en uno de los supuestos comunes del campo de la biblioteca moderna y de sí misma (Miksa, 1996). Este razonamiento, vinculado con el paradigma en cuestión, ha permitido configurar teóricamente el nexo núcleo «bibliotecas y sociedad» en una articulación disciplinaria entre «biblioteconomía y sociología» (Rath y Rath, 1993; Almeida Júnior, 1997) y/o entre «bibliotecología y sociología» o, de manera más explicita, en distinguir una gran variedad de fenómenos clave inherentes a la investigación sociológica de la biblioteca en general y de la biblioteca pública en particular, cultivando así una esfera cognitiva referente a la especialidad conocida como bibliotecología social.

 

Referencias

 

Almeida Júnior, Oswaldo Francisco. (1997). Sociedade e biblioteconomia. São Paulo: Polis : Associação Paulista de Bibliotecarios.

 

Ballard, Lloyd Vernor. (1936). The public library. En: Social Institutions. New York: Appleton-Century. 227-251

 

Chubarian, O. S. (1976). Biblioteca y sociedad. En: Bibliotecología general. La Habana, República de Cuba: Ministerio de Cultura, Editorial Científico-Técnica. pp. 57-122

 

Hansson, Joacim. (2010). Libraries and identity: the role of institutional self-image and identity in the emergence of new types of library. Oxford : Chandos Publishing.

 

McCabe, Ronald B. (2001). Library services in a social context. En: Civic librarianship: renewing the social mission of the public library. Lanahm, Maryland, The Scarecrow Press. pp. 121-129

 

Miksa, Francis. (1996) . The cultural legacy of the modern library for the future. Journal of Education for Library and Information Science. 37 (2): 100-119

 

Murison, W. J. Z. (1988). The public library : its origins, purpose and significance.3rd  London : Harrap.

 

Rajam, V. (1997). Sociology of library service. Herald of Library Science. 36 (3-4): 201-204

 

Rath, Moorttimatee; Rath, Pravakar. (1993). Sociology of librarianship. Delhi: Pratibha Prakashan.

 

Reith, David. (1984). The library as a social agency. En: Rogers, A. Robert y McChesney, Kathryn. The library in society. Littleton, Colorado, Libraries Unlimited. pp. 5-32


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FELIPE MENESES TELLO

Cursó la Licenciatura en Bibliotecología y la Maestría en Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la (UNAM). Actualmente es profesor definitivo de asignatura en el Colegio de Bibliotecología de la Facultad de Filosofía y Letras de UNAM. En la licenciatura imparte las cátedras «Fundamentos de Servicios de Información« y «Servicios Bibliotecarios y de Información» con una perspectiva social y política. Asimismo, imparte en el programa de la Maestría en Bibliotecología y Estudios de la Información de esa facultad el seminario «Servicios Bibliotecarios para Comunidades Multiculturales». Es coordinador de la Biblioteca del Instituto de Matemáticas de esa universidad y fundador del Círculo de Estudios sobre Bibliotecología Política y Social (2000-2008) y fue responsable del Correo BiblioPolítico que publicó en varias listas de discusión entre 2000-2010. Creó y administra la página «Ateneo de Bibliotecología Social y Política» en Facebook.